Fastlove, la marca más inclusiva, sostenible y vegana de activewar quiere demostrar con sus prendas y su sistema de producción y distribución que la sostenibilidad no es cara. ”Hemos construido una sociedad que pone por encima de todo la generación de beneficios, amenazando el bienestar de las personas y el planeta”, sentencian desde la marca. Con esta metodología, muy común en la industria de la moda, es posible generar precios muy bajos a los que como consumidores nos acostumbramos sin pensar en los impactos que hay.
En estas condiciones prevalece, entonces, la elección de lo barato, lo cual influye negativamente a las marcas de producción sostenible. Y es que un precio elevado de productos de marcas sostenibles funciona como una barrera que limita el consumo responsable. ¿Cómo solventarlo? A través de la pedagogía de las marcas sostenibles como Fastlove sobre cómo, dónde y por qué fabrican.
Los productos que minimizan sus impactos ambientales y sociales incorporando compromisos éticos tienen costes más elevados que hacen aumentar su precio aunque no así sus márgenes de beneficio, y sufren un agravio comparativo, saliendo mal parados comparativamente frente productos fast fashion”, alegan fuentes internas a Fastlove.
Para romper esta barrera psicológica que el precio impone entre la marca y el consumidor, Fastlove plantea un ejercicio de transparencia haciendo un desglose completo de nuestros precios, que invite a la compra reflexiva.“Defendemos un modelo de consumo basado en las decisiones informadas y conscientes que permitan entender lo que compras. Es fundamental disponer de información para poder comparar y poder decidir éticamente. Sólo de esta forma se pueden crear hábitos de consumo saludables que vayan a favor de comprar menos, pero comprar mejor”, detallan.
En ese sentido, Fastlove considera que todos somos consumidores conscientes en potencia y que sólo necesitamos la información adecuada para entender que aplicar criterios de sostenibilidad no es caro. De hecho, lo caro es no hacerlo. Así, cuando uno compra una prenda de la marca, tiene a su disposición la información sobre los costes asociados a todos sus productos: las materias primas recicladas, la producción ética, un packaging reciclado y un etiquetado en papel de piedra, una logística ecológica, un marketing responsable, una compensación de huella de carbono y un larguísimo etcétera de gastos que una marca de ropa implica.
Con todos estos datos a disponibilidad del consumidor, este sabe cuáles son los costes de aquello que está comprando y cuáles son los impactos que se están trasladando a la sociedad y al planeta. “Se puede ver de manera evidente que cuando se deja de pagar el precio completo es porque se está pagando en otra parte, y que por lo tanto, comprar barato le sale caro a alguien”, sostienen.
"Contamos con que haya gente que no compre al precio pleno pero creemos en esta acción como una iniciativa de sensibilización, que sin duda, dejará un poso, una reflexión que contribuirá a cambiar la forma en la que consumimos”, explican desde Fastlove. El consumo es un acto político y puede cambiarlo todo, también nuestras vidas y las vidas de mucha otra gente.