Será por lo insostenible de los combustibles fósiles y sus derivados, y las pieles sintéticas están entre ellos, o por las extremas temperaturas que acarrea el cambio climático, que incluyen el frío estacional, el caso es que la piel vuelve a nuestros abrigos.
Pero no puede volver de la misma manera. Yael Barnatán, diseñadora y gestora actual de la firma de su madre, Elena Benarroch, aporta una filosofía nueva, que rompe tópicos y prejuicios, desde los precios a la estética, y se instala en la más rabiosa vanguardia. La de la circularidad, la segunda vida de las prendas. Porque la piel es sostenible y ecológica, circular y reciclable. Y en eso está. Con un estilo muy personal y reconocible, en el que aúna lo nuevo y lo heredado.
Yael no viene de cero. Lleva más de veinte años diseñando, primero, para su madre en Madrid, y durante más de una década en Nueva York, y concretamente en Brooklyn, desde donde ha vestido a celebritys, conocidas influencers y raperos, con sus abrigos oversize y radicales. Ahora se ha establecido en Madrid, en el barrio de Malasaña. Allí, en la calle Escorial 22, está “Yael”, un espacio muy singular, taller a la vista y showroom, con un pequeño patio interior encantador, donde mirar y comprar es algo más, mucho más, que ir de tiendas. De hecho, se puede ver cómo y con qué se confeccionan las prendas. Y ese con qué es una de las claves de su diferencia.
Yael no compra pieles: trabaja con stoks de peletería y con prendas ya usadas. Fundamentalmente, visón y mouton, Es decir, el eterno visón, reciclado, y el cordero, el merino español. Naturalmente, curtida, rasada y teñida. Y cambia y renueva el viejo abrigo, o el abrigo heredado. Porque la vida media de un abrigo de piel es de cincuenta años, cinco décadas, cinco ciclos de cambio en la moda, en las estructuras de las prendas. Que, como sabemos, las grandes tendencias duran eso, diez años. Pero el abrigo de piel, cincuenta….Pues cambiemos el abrigo, que tendrá cinco vidas, a la moda, a diferencia de la velocidad con que se desecha la indumentaria que está contaminando el planeta.
Yael Barnatán se inscribe absolutamente en la idea, necesaria en nuestra modernidad, de la circularidad, de la segunda mano, de la segunda vida de las cosas y particularmente, de la indumentaria.
Con una estética muy propia, que basa en dos conceptos: la reversibilidad y el oversize. Todas sus prendas son reversibles, de modo que el pelo va por un lado y por el otro la piel, el envés, la piel vuelta con sus costuras. Incluso en esas chaquetas hechas con patchwork, es decir, con retales de pieles de distintos colores y hasta texturas, espectaculares por los dos lados.
Es la desaparición del hombreras y entretelas, que volvían pesados los viejos abrigos, y de las que ya se deshizo Elena Benarroch en los ochenta, pero también del forro. La chaqueta, el abrigo, el chaleco reversibles, son más ligeros aún, y, sobre todo, son más…. informales. Le pierden el poco respeto que le quedaba a la piel después de haberse vuelto para todo uso.
La otra revolución de Yael Barnatán está en los precios. Desde 200 a 5.000, se pueden encontrar no sólo abrigos, sino soluciones al que tienes, que lo ponen en moda, es decir, en tendencia, es decir, en modernidad. La pieza estrella de Yael es lo que llama las Mañanitas, unas chaquetas oversize, talla única, por supuesto reversibles, sin cierres ni botones, como para abrigarse, y que ella prefiere que se usen con el pelo por dentro. Para que sea la que lo lleva, y no el que mira, la que disfrute el calor de la piel. Dice que, por encargo, puede confeccionar una chaqueta en un día. Y en su atelier se puede seguir su trabajo, mientras se toma una infusión o un café.
Su reto es la pieza única, artesanal y reciclada. Que disfruta con las pequeñas imperfecciones que pueden darse al trabajar deprisa, a mano, y siguiendo lo que mandan sus materiales, sin renunciar en ningún momento al trabajo bien hecho. Que baja a la piel del pedestal del gran lujo, y la pone donde debe estar. En la comodidad, en la modernidad, en ese nuevo glamour que están demandando los tiempos. Y en la conciencia de que el cuidado del planeta pasa por limitar los plásticos y recuperar y reciclar lo que ha sido el abrigo humano a lo largo de la historia.
La tienda taller de Yael Barnatán para Elena Benrroch, se encuentra en la calle Escorial 22, en el madrileño y castizo barrio de Malasaña, se accede bajo cita, salvo jornadas abiertas, en las que, muchas veces, cuenta con colegas, diseñadoras y diseñadores de joyas, complementos o ropa, y en las que de vez en cuando organiza diversos eventos de corte cultural.
Yael aúna la herencia de buen gusto y pasión que ha caracterizado el trabajo de Elena Benarroch con la rabiosa posmodernidad que caracteriza a lo mejor de su generación.