Estos estilos son toda una declaración pública de la marca sobre el renacimiento de las moicanas y el vello facial cuestionable, y es un rotundo SÍ. La enseña añora los días en los que no se podía distinguir entre un piloto de NASCAR y el carnicero local.
Por todo ello, Deus Ex Machina ha cogido ese je ne sais quoi de un fumador empedernido, americano medio y mujeriego que sale disparado a 200 mph entre multitudes ruidosas, ha rebajado el machismo y ha añadido un poco de modernidad a la logomanía de los setenta para crear una propuesta que es más Michele Mouton que Ricky Bobby.