Con una mezcla de materiales y colores de lana italiana, tejidos técnicos, estampados psicodélicos, marfil y azul de Prusia, la colección explora y renueva los códigos visuales del momento. Una raya diplomática un tanto especial se difumina entre los trajes de lana y los pijamas de cupro, mientras los jerséis de punto lucen distorsiones en 3D y la artesanía se reinventa con exclusivas prendas de piel que provienen de piezas vintage reutilizadas.
Los modelos de la colección van desde la confección clásica, con pantalones de talle alto y las aberturas propias de la marca, hasta pijamas y abrigos de noche fluidos, a través de la reinterpretación de detalles de la camisería tradicional, alusiones a la ropa interior y de cama, y siluetas contemporáneas como prendas vaqueras, punto entallado y chaquetas de aviador.
La marca ha adquirido y consolidado su reputación a una velocidad considerable. Cada colección es más refinada y moderna que la anterior, sin perder nunca esta distinguida identidad, tan reconocible desde el principio.
La puesta en escena, en estrecha colaboración con Nike, muestra a modelos que lucen la icónica Nike Blazer de los 70.
Para presentar Dewdroppers, Carlota Barrera eligió un espacio industrial sin elementos decorativos en Le Marais, uno de los barrios de moda de París. Las creaciones musicales de Malthus, músico y compositor británico, lograron una atmósfera espiritual y mágica que contrastaba con los excéntricos integrantes hedonistas de los años 20 en los que se inspira la colección.