La nueva propuesta proporciona al cliente una mayor libertad en su compra, un grado de experiencia superior y un conocimiento excelso del producto, impulsando un nexo privilegiado entre la más alta calidad de la materia prima y su versión final.
151 metros cuadrados donde el comprador o profesional podrá indagar acerca de los orígenes de las calidades en materia textil y en el cual se le ofrecerá un extendido conocimiento sobre éstas. Un emplazamiento señero mucho más dinámico y visual, en el que variadas zonas temáticas permitirán adentrarse al universo más completo sobre la decoración del hogar.
Para su desarrollo, Matarranz ha contado con los mejores profesionales. El concepto ha sido delineado por el decorador Pablo Panigua, quien trazó una propuesta que equilibra la esencia del pasado del local con la modernidad más actual, creando así, un espacio cercano de imponderables acabados.
Una topografía de Teixeira en Madrid da la bienvenida a quienes visitan la Flagship Store. Los productos del inédito Matarranz se exhiben en estanterías de roble con acabados de latón en homenaje al punto de venta original.
Dos lámparas escultóricas realizadas en exclusiva para Matarranz presiden una mesa central alzada sobre un suelo de terrazo de alta calidad. Las lámparas, como otros elementos del proyecto, suponen la revisión y actualización de criterios clásicos que hablan del esplendor de las artes decorativas en la primera mitad del siglo XX.
El aparador de la zona de cobro recrea los mostradores de despacho de los comercios tradicionales, realizado en roble como el resto de la tienda y tapizado en cuero bruñido en azul tachonado.
Dos pasos predispuestos en los laterales de la tienda conducen a explorar el segundo espacio de Matarranz, las exposiciones de baño y cama y un área de bordado personalizado que aporta romanticismo y tradicionalidad.
Otra prioridad de Panigua fue convertir el nuevo comercio en un entorno de experimentación sensorial. Una envolvente fragancia propia entra en conexión con el sentido olfativo, el tacto a través de una exposición de materias primas tales como la seda, el cashmere y el algón; y la vista mediante una geométrica proyección lumínica.
El nuevo Matarranz infunde un expertise más allá del producto y es que el nuevo espacio albergará exposiciones de arte contemporáneo, ponencias y presentaciones de un modo puntual.
Matarranz es más que una marca, es un modo de entender la vida y el hogar.
151 metros cuadrados donde el comprador o profesional podrá indagar acerca de los orígenes de las calidades en materia textil y en el cual se le ofrecerá un extendido conocimiento sobre éstas. Un emplazamiento señero mucho más dinámico y visual, en el que variadas zonas temáticas permitirán adentrarse al universo más completo sobre la decoración del hogar.
Para su desarrollo, Matarranz ha contado con los mejores profesionales. El concepto ha sido delineado por el decorador Pablo Panigua, quien trazó una propuesta que equilibra la esencia del pasado del local con la modernidad más actual, creando así, un espacio cercano de imponderables acabados.
Una topografía de Teixeira en Madrid da la bienvenida a quienes visitan la Flagship Store. Los productos del inédito Matarranz se exhiben en estanterías de roble con acabados de latón en homenaje al punto de venta original.
Dos lámparas escultóricas realizadas en exclusiva para Matarranz presiden una mesa central alzada sobre un suelo de terrazo de alta calidad. Las lámparas, como otros elementos del proyecto, suponen la revisión y actualización de criterios clásicos que hablan del esplendor de las artes decorativas en la primera mitad del siglo XX.
El aparador de la zona de cobro recrea los mostradores de despacho de los comercios tradicionales, realizado en roble como el resto de la tienda y tapizado en cuero bruñido en azul tachonado.
Dos pasos predispuestos en los laterales de la tienda conducen a explorar el segundo espacio de Matarranz, las exposiciones de baño y cama y un área de bordado personalizado que aporta romanticismo y tradicionalidad.
Otra prioridad de Panigua fue convertir el nuevo comercio en un entorno de experimentación sensorial. Una envolvente fragancia propia entra en conexión con el sentido olfativo, el tacto a través de una exposición de materias primas tales como la seda, el cashmere y el algón; y la vista mediante una geométrica proyección lumínica.
El nuevo Matarranz infunde un expertise más allá del producto y es que el nuevo espacio albergará exposiciones de arte contemporáneo, ponencias y presentaciones de un modo puntual.
Matarranz es más que una marca, es un modo de entender la vida y el hogar.