De acuerdo con el último informe difundido por Crédito y Caución, la industria de la moda es el segundo mayor consumidor global de agua, el responsable del 20% de las aguas residuales y del 10% de las emisiones de carbono, más que la aviación y el transporte marítimo juntos. Adicionalmente, el lavado de la ropa en los hogares libera 500.000 toneladas de microplásticos al océano cada año, el equivalente a 50.000 millones de botellas de plástico.
Reducir la huella medioambiental de la industria textil es una tarea ingente que marcará las agendas de la industria en los próximos años. La Unión Europea ya estudia el ciclo de vida de los productos textiles y coordina acciones para cambiar la forma en que se producen y consumen. En Estados Unidos, el Estado de California ha impulsado una legislación para protegen a los trabajadores del sector y China ha fijado el objetivo de aumentar el reciclado de residuos textiles al 30% para 2030.
De acuerdo con la opinión de nuestros analistas sectoriales en China, Francia, Alemania, Hong Kong, India, Italia, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Turquía y Estados Unidos, la tendencia global del textil en todos estos mercados pasa por valorar la adopción de prácticas circulares como el reciclaje, la reutilización, la selección de tejidos y pigmentos ecológicos y la optimización de la tecnología para mejorar las cadenas de suministro y reducir el consumo de agua. Áreas como la impresión en 3D, la realidad virtual y la inteligencia artificial serán clave para reducir residuos y mejorar la experiencia del cliente.
Italia, Japón y China concentran el apetito local de los productores por explotar las oportunidades que presenta la transición hacia la sostenibilidad en la industria de la moda para mejorar la eficiencia empresarial en términos de costes, adquirir atributos de marca que amplíen y fidelicen la base de clientes, entrar en nuevos mercados y acceder a estímulos fiscales.
Sin embargo, el informe recalca que esta transición generará desafíos relevantes para el sector en los próximos años. El primero tendrá que ver con los altos costes de la innovación. Es posible que las empresas con poco capital o escasos márgenes no puedan destinar más gasto a I+D para mejorar su sostenibilidad en un contexto de ralentización de la economía mundial.
El segundo desafío pasa por la creación de procesos circulares. La mejora de la sostenibilidad textil implica reducir la cantidad de ropa que se envía a los vertederos, lo que supone cambios en el modo en el que se consume. Desde el punto de la industria, esto requerirá diseñar productos más fáciles de reutilizar y reciclar. El tercer reto será asegurar la trazabilidad de las cadenas de suministro, que son largas y complejas, para garantizar la ESG en todos sus eslabones. Esto incluirá reducir el uso de combustibles fósiles en la creación de fibras artificiales, reducir el consumo de agua a través del reciclaje del algodón y mejorar las condiciones laborales en la cadena de valor.
Crédito y Caución
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