«En el contexto actual, donde el impacto ambiental y social de nuestras decisiones de consumo se vuelve cada vez más crítico, es fundamental repensar la industria de la moda. Hoy en día, la producción de prendas de vestir libera a la atmósfera 2.000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero cada año, según un reciente estudio publicado por la consultora McKinsey & Company. Esto equivale aproximadamente al 10% de las emisiones globales de carbono, una cifra superior a la suma de todos los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados.
El mismo estudio advierte de que para producir una sola camiseta de algodón se necesitan aproximadamente 700 litros de agua, el equivalente a la cantidad de agua que utiliza un español en 3 días. Es más, la industria de la moda es el segundo mayor consumidor de agua en todo el mundo, lo que agrava su escasez en muchas regiones.
La moda ética
Teniendo en cuenta estos datos, resulta imprescindible impulsar un nuevo concepto en la industria textil: la moda ética. Se trata de un enfoque que va más allá de la selección de materiales ecológicos o el cumplimiento de estándares laborales justos. Engloba prácticas como la compra de productos de segunda mano, la reparación de prendas y el alquiler de ropa, todas ellas encaminadas a prolongar la vida útil de los productos y a frenar la sobreproducción y el consumo excesivo.
Un desafío clave en la promoción de la moda ética es la brecha entre la conciencia del consumidor y su comportamiento real. A pesar de reconocer los beneficios de la sostenibilidad, estos ideales rara vez se traducen en acciones concretas. Las barreras incluyen la falta de conocimiento sobre moda ética, la desconfianza hacia las marcas autoproclamadas sostenibles, los precios elevados y las preocupaciones estéticas.
En este contexto, además, los consumidores de artículos de lujo presentan un caso particularmente interesante. Asociados tradicionalmente con la exclusividad y el prestigio, este tipo de productos se enfrentan a una percepción compleja cuando se integran en ellos atributos ecológicos. A menudo, su público objetivo prefiere materiales tradicionales a opciones sostenibles, percibiendo estos últimos como menos lujosos o de menor calidad. Sin embargo, el sector del lujo tiene un papel crucial que desempeñar en la promoción de prácticas sostenibles, dada su influencia y capacidad para establecer tendencias.
Dignificar una industria textil sostenible
Para lograr un cambio significativo hacia la moda ética, es imprescindible dirigirse a todos los consumidores, no sólo a los ya comprometidos con la sostenibilidad. Es esencial resaltar los beneficios directos de la moda sostenible, como la comodidad o las ventajas para la salud, aparte de sus utilidades ambientales y sociales. Al mismo tiempo, debemos trabajar para reducir la percepción de sacrificio asociada con las prácticas responsables y proporcionar apoyo y recursos que faciliten estos cambios.
Además, es crucial abordar la moda ética desde una perspectiva cultural y social. Necesitamos desafiar y transformar las normas culturales y las expectativas sociales que han perpetuado el consumo insostenible y la moda rápida. Esto implica educar y sensibilizar al público sobre el impacto de sus elecciones, así como celebrar y promover alternativas sostenibles.
Otro aspecto importante es la colaboración entre diferentes sectores. La moda ética requiere un enfoque multidisciplinario que involucre a diseñadores, fabricantes, minoristas, investigadores, educadores y legisladores. Juntos es posible desarrollar soluciones innovadoras y efectivas que aborden los desafíos medioambientales, sociales y económicos de la industria de la moda.
La promoción de la moda ética también requiere la creación y difusión de narrativas positivas y emociones placenteras asociadas con la sostenibilidad. Debemos contar historias que inspiren y motiven a las personas a adoptar prácticas de moda ética, destacando ejemplos de éxito y resaltando los beneficios personales y colectivos de tales elecciones.
En última instancia, la transición hacia una moda más ética y sostenible no es simplemente una opción, sino una necesidad imperativa para el futuro de nuestro planeta y nuestra sociedad. Es un camino que todos debemos recorrer juntos (consumidores, marcas, educadores, políticos…) para garantizar un futuro más sostenible y justo para todos. La moda ética no es sólo una tendencia, es una poderosa declaración sobre quiénes somos y el mundo que queremos construir para nuestras generaciones presentes y futuras».