Fabio Donda (nacido en 1928) partió con la discreción que lo había distinguido a lo largo de su vida. Pertenecía a una antigua y estimada familia triestina (Italia) dedicada desde hace más de 135 años a la producción y comercio primero de calzado y luego de moda. Dedicó toda su vida al negocio familiar, gran amante de su trabajo, que era su vida, fue la encarnación del mercader de Trieste, fiel exponente de esa vieja guardia de tenderos incluso antes de los tiempos del boom de los vaqueros.
Un padre cariñoso y amoroso, que supo transmitir sus pasiones y compromiso a su hijo y nieta; casado durante 63 años mantuvo siempre cerca de él a su esposa en una relación simbiótica envidiable y única.
Un caballero, un importante ejemplo de vida, tanto como íntegro empresario y trabajador incansable, como hombre, rico en humanidad, junto con sentido del deber y espíritu de sacrificio. Amigo sincero, consejero prudente, generoso y siempre dispuesto a comprender y ayudar.
Licenciado en Economía en Trieste, era un hombre de cultura, profundamente honesto, inmerso en la actividad empresarial y que ha llevado el calzado italiano al extranjero por toda Europa del Este hasta Moscú, sin descuidar nunca, al mismo tiempo, la venta al por menor y al por mayor en su amada Trieste.
Gracias a sus innumerables viajes, el calzado Donda lució el made in Italy en los principales escaparates de las capitales de Europa del Este: Budapest, Praga, Belgrado, Zagreb y Ljubljana. En su juventud obtuvo la patente de patrono de zapatos en Ars Sutoria en Vigevano. Fue entonces conservador del Museo de la Compañía, redescubriendo documentos preciosos y objetos originales, gran lector, también se dedicó con éxito a la escritura.
Estuvo en la oficina y en la tienda todos los días hasta que a los 88 años tropezó con las escaleras de la oficina y se vio obligado a jubilarse, a regañadientes; pero continuó estando diariamente al corriente del día a día de la empresa y los nuevos proyectos de expansión y desarrollo, siempre aportando experiencia y sugerencias.
Su compromiso gremial a favor de la distribución y los comerciantes de calzado lo llevó a convertirse en Vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de Trieste y Vicepresidente de Federcalzature-Confcommercio, la Federación Nacional de Distribuidores de Calzado, hasta representarla también a nivel europeo. Por ello, recibió numerosos premios, entre ellos en Vigevano, siendo el primer minorista de calzado en recibir la orden de SS Crispino y Crispiniano, santos patronos de la categoría; también fue galardonado con el honor de Commendatore della Repubblica por el Presidente de la República.
Gran aficionado a la montaña en su juventud, fue líder scout y miembro del CAI durante treinta años.