Situada en el número 12 de la calle Ribera, la boutique se identifica con el ambiente en un contexto vacacional, absorbiendo su aire frívolo y despreocupado, su luz brillante reflejándose en el mar mediterráneo, la estampa que regala es de un blanco total, donde las casas encaladas dan testimonio de la autenticidad de los típicos pueblos costeros.
La fachada alberga un escaparate de ancho total, que consiste en un acristalamiento donde la puerta de entrada se situa en el centro. El espacio se despliega con profundidad, un cofre del tesoro desde cuya entrada se vislumbra todo el perímetro. Pavimentos y revestimientos forman un conjunto monolítico, una inmersión total en un pequeño mundo de calacatta verde: una piedra natural de Brasil donde luminosas intrusiones de cristales y cuarzo interior en tonos marinos recuerdan los colores de las aguas cristalinas de la costa del sol. La geometría de la estructura está marcada por las estrías definidas de las paredes, que contrastan con la superficie lisa y pulida de los suelos.
Al fondo, el espacio se caracteriza aún más por realzar su tridimensionalidad, una pared suspendida está recubierda de baldosas de latón trabajadas como escamas de lianas marinas, luminosas e hipnotizantes, que brillan como si recordaran los reflejos del mundo acuático.
Los probadores, parte fundamental del lenguaje espacial de las boutiques forte_forte
Un diseño a mano alzada que define los espacios como una escenografía en la que el producto en caja de una forma espontánea.
Los probadores, parte fundamental del lenguaje espacial de las boutiques forte_forte, están envueltos en preciosas cortinas de terciopelo salvia a toda altura. Los interiores interactúan con el espacio y la luz, recreando los reflejos irisados que resuenan en las olas del mar. La sensación final es una atracción hacia una intimidad revelada con elegancia, que casi disuelve la relación entre el interior y el exterior.
Más allá de la pared del fondo, encajado en la trasera, encontramos el cofre, última pieza de un mosaico dispuesto con la lógica propia de la arquitectura de un velero. El entorno vive en el reflejo opalino de su contexto, la dimensión espacial es un destello de luz, que impregna los objetos, dando forma a un lugar íntimo y acogedor.
