- El papel de la Industria manufacturera del textil, calzado y confección en la economía española con más de 17.000 empresas y 125.000 empleos.
- La necesidad de impulsar innovación, circularidad textil y procesos ecoeficientes con una mayor orientación hacia los mercados de un mayor crecimiento.
- La importancia de avanzar en ciertas políticas industriales que tengan fundamentalmente en cuenta los retos, amenazas y oportunidades competitivas europeas.
España tiene talento creativo, capacidad manufacturera y un fuerte impulso innovador, sostienen fuentes del Observatorio. Pero, también, la necesidad de escalar, colaborar y consolidar ecosistemas a la altura de los nuevos desafíos globales. Y por eso ha explicado en diferentes foros que el sector debe afrontar no menos de siete grandes retos que marcarán el futuro de la Industria, a saber:
Creatividad, innovación y tecnología
El 96% de las empresas manufactureras del sector tienen menos de 50 trabajadores. Lo que limita su capacidad de inversión, de captación de talento y su propensión a innovar y, por lo tanto, debilita su competitividad general. El futuro nos exigirá una mayor especialización en nichos, de integraciones tecnológicas más robustas y nuevas alianzas transfronterizas (sobre todo en Asía-Pacífico). Impulsar un marco favorable para el crecimiento del tamaño medio empresarial resulta urgente.
Dependencia de materias primas externas
Cerca del 80% de las fibras utilizadas en Europa proceden de Asia. Una dependencia que obliga a repensar estrategias de resiliencia, diversificación y fortalecimiento de las cadenas de suministro e incluso, en ciertos casos, como en salud, defensa, seguridad y protección, de autonomía estratégica industrial frente al control de las cadenas globales por ecosistemas competidores terceros. Un ecosistema circular europeo -eficaz, eficiente y adaptable- que recupere, procese y extraiga valor a los residuos textiles podría reducir esa dependencia. Pero, también, un mayor impulso a las fibras naturales autóctonas de alta calidad (como el lino, la lana merina o el algodón andaluz) y, o, a fibras semisintéticas y, o, sintéticas basadas en recursos naturales y, o, minerales locales a los cuales Europa ha venido renunciando.
Circularidad en el centro del modelo de negocio
No basta con cumplir normativas, hay que integrar la circularidad en los modelos de negocio europeos. Pero, al mismo tiempo, hay que seguir transitando hacía modelos más notorios, relevantes y escalables. Es el momento de la estrategia, las consolidaciones y la gestión de riesgos. Las propuestas de valor ofrecidas para cada nicho deberían basarse en los activos, procesos y/o competencias diferenciales que aporten soluciones apreciadas por el cliente, con productos más sostenibles y procesos ecoeficientes.
Integración, ecosistemas y competitividad
Los clientes -incluidas las marcas, otras industrias, organismos públicos, etc.- demandan soluciones integrales. Cuanto “más cerca” del cliente -e incluso, si es posible, del usuario, prescriptor o consumidor- por integración o bien con colaboración, mayor facilidad para poder abordarlas con visión, complejidad, innovación creativa y mayor diferenciación competitiva. A lo que habría que añadir la necesidad de colaborar estrechamente (y aprender) con (de) los mejores en el seno de las cadenas de valor internacionales -desde el diseño, la confección, la industria textil, los proveedores de fibras y los desarrolladores tecnológicos- para reforzar el desarrollo de ecosistemas competitivos industriales en un futuro marcado por la IA, digitalización y robotización inteligente para el que no sólo serán necesarios nuevos perfiles STEM sino también recuperar oficios, motivación y profesionalidad.
Repensar la narrativa industrial europea
Si bien datos, procesos, algoritmos y tecnologías van a ser absolutamente necesarios para competir, no serán suficientes ante una competencia global hiperagresiva. En su vertiginosa carrera hacia la industrialización, la autosuficiencia tecnológica y el control de las cadenas de valor globales, China es el segundo país con mayor densidad en robots instalados tras Corea del Sur, prácticamente alcanza a EE.UU en inversión en I+D+I y compite con éste por liderar las tecnologías del futuro. Europa necesitará, más que nunca, de una nueva narrativa basada en valores, propósito y fortalezas para impulsar su posicionamiento global en este nuevo escenario. Cada uno -sociedad, instituciones y empresas privadas- debe jugar su papel en ese proceso desde la sinceridad, la responsabilidad y un diagnóstico compartido; y, también, con humildad, prudencia y ambición.
Ecosistemas comerciales justos
No podemos olvidarnos de la urgente necesidad de fortalecer el mercado único eliminando barreras, armonizando legislaciones nacionales e impulsando ecosistemas transnacionales. Y, por otra parte, hace falta seguir avanzando hacia acuerdos comerciales equilibrados, con reglas de mercado claras y cadenas de valor responsables. Nuestros socios comerciales no sólo deberían “cumplir las reglas acordadas” sino ampliar sus clases medias, fomentar sus mercados domésticos y facilitar un comercio global en ambas direcciones.
Identidad, propósito y hoja de ruta
Para avanzar juntos transformando la Industria con esfuerzo, inteligencia y cohesión social serán imprescindibles generosidad, colaboración y liderazgo.
