Las colecciones de la firma de aquella época, imágenes que mostraban un estilo de vida elegante y sencillo, fueron el punto de partida para reinterpretar la naturaleza esencial del vestuario Ferragamo. «Quería trasladar esa realidad a toda la colección», explica Davis. «Pero con una sensación tanto de desenfado setentero como de glamour».
En consecuencia, la sensualidad que marcó la época -y que se ha convertido en un código clave del Ferragamo de Davis- aparece silenciosamente omnipresente a través de siluetas exuberantes y tejidos fluidos; lentejuelas, denim flocado y sedas drapeadas. Los minivestidos de ala de murciélago de viscosa y la sastrería ceñida al muslo muestran la inconfundible confianza de Ferragamo, mientras que los kitten heels brillantes, los mules y los adornos de plumas de espíritu boudoir poseen un encanto fetichista. Los botines de segunda piel y los estampados de piel de serpiente amplifican esa energía.
«Pero los setenta tienen dos caras: algo sórdido y sexy en una parte, pero también algo puro y elegante en la otra», continúa Davis. Los vestidos de pañuelo son de patchwork con estampados que refleja el recuerdo de las texturas, y también presentan representaciones distorsionadas de motivos florales para una destilación onírica de la nostalgia.
La silueta de la sastrería de Ferragamo -el hombro marcado y la cintura estrecha- se moldea en algodón o en rafia recubierta. Tanto en la ropa de hombre como en la de mujer, los mocasines muestran una elegante sobriedad. El icónico bolso Hug se reconstruye para facilitar su uso, su única asa y su piel flexible dan lugar a una estructura suave, mientras que la introducción de un nuevo bolso de mano toma su forma del drapeado de los pañuelos, confeccionados en piel muy suave.
A lo largo de la colección, se refina y reafirma el lenguaje continuo y esencial del Ferragamo moderno: la elegancia exquisita del minimalismo refinado impregnado de detalles intrigantes y artesanía meticulosa. «Pienso en cómo quiere invertir la gente y en la combinación del fondo de armario», afirma Davis.
Las atrevidas inyecciones de color, adoptadas de una paleta histórica de Ferragamo, hablan de esa consideración: fucsia y burdeos, con destellos de rojo Ferragamo visibles a través de un vistazo al interior del Hug, o discretas costuras rojas. «Queríamos jugar con el color para emocionar y dinamizar lo cotidiano», afirma. «Me interesa jugar con el clasicismo y la forma clásica de vestir, que me parece muy italiana».