Los patrones de compra en moda cambian casi tan deprisa como las colecciones. Del reinado de la boutique y la compra por necesidad pasamos a la llegada de los centros comerciales y las grandes cadenas de distribución. De ahí dimos el salto a la fast fashion y a la compra por impulso, que se acrecentó con la puesta en escena del comercio electrónico. La realidad en la que hemos vivido durante los últimos años.
Cada una de estas tendencias marcan la forma en la que la mayoría de los consumidores realizan sus compras, aunque conviviendo con otros estilos minoritarios que, o bien son reductos de épocas pasadas o avanzadillas de las tendencias aún por llegar.
El papel de la tecnología en la distribución
Actualmente estamos viviendo un cambio en el que la tecnología juega un papel fundamental. El más evidente es el desarrollo del comercio electrónico y el amplio abanico de posibilidades que ofrece tanto a los consumidores como a las marcas. Además, en los últimos años han surgido nuevas oportunidades de negocio que han revolucionado el sector de la moda. Algunos ejemplos son las aplicaciones que, como Vinted o Wallapop, han reactivado la venta de ropa de segunda mano. O empresas como SKFK que alquilan prendas que, tras un tiempo de uso, el cliente decide si devolver o quedarse.
A esto se suma que los consumidores cada vez están más empoderados. No se conforman con adquirir una prenda bonita, buscan algo más, algo que les haga sentirse distintos y más satisfechos con su compra. El punto de vista sostenible está ganando cada vez más adeptos, pero también el comercio justo, las condiciones laborales de los trabajadores o el vínculo de las marcas con la sociedad.
Asimismo, cada vez valoran más los esfuerzos que las empresas realizan para premiar su fidelidad. Gestos como recompensar las compras acumuladas son un potente incentivo para los clientes que se sienten valorados por las marcas. Y una vez más, la tecnología hace posible que las posibilidades de negocio se multipliquen.
Triple ofrece programas de cashback a los distribuidores españoles
En algunos países anglosajones, especialmente en Estados Unidos, los programas de cashback cuentan con una larga tradición y un alto porcentaje de empresas apuestan por ellos. Es tal su éxito que los bancos llevan un tiempo integrando esos programas en sus propias aplicaciones, de tal manera que ya no son solo las marcas las que ofrecen sus programas de recompensas a los clientes que adquieren sus productos o servicios, sino que cualquier persona que paga con la tarjeta de un banco que tiene integrada esta tecnología recibe bonificaciones por sus compras acumuladas directamente en su cuenta bancaria.
En España esto ya es posible gracias a Triple, que es capaz de integrar esta tecnología en las aplicaciones bancarias. Y cada vez son más las marcas que se suman a esta tendencia, ya que supone importantes incrementos en las ventas y en el ticket medio a la vez que ayuda a mejorar el engagement del cliente. Por ejemplo, si un cliente adquiere una prenda de vestir que cuesta 50 euros, acumula el 10% en cashback, es decir, 5 euros. Pero no los recibirá hasta que no llegue al umbral de 10 euros establecido por la marca, para lo que tendrá que gastar mínimo otros 50 euros.
Objetivo: vender más
El objetivo es siempre el mismo (vender más) pero las formas cambian. Después de unas décadas en las que lo más importante era el consumo, parece que las nuevas generaciones están optando por hábitos de compra más conscientes, lo que les hace optar por marcas comprometidas y que les ofrecen algo más que una mera prenda de vestir. Buscan ser tenidos en cuenta y mimados por las marcas a las que son fieles y, en ese sentido, el caskback y la tecnología tienen mucho que decir. Este es el futuro; en nuestra mano está permanecer estancados en patrones estáticos que se van quedando obsoletos o avanzar de la mano de los deseos y necesidades que los clientes nos brindan.
Gala Gil, head of partnerships en Triple.