Esto ocurrió cuando su fundadora, Inma Cons, fue madre. Ser madre le hizo replantearse todo lo que de verdad importa en la vida, revisó sus prioridades y recuperó sus sueños encerrados en los cajones. Así fue que creó Candice, para dar forma a su gran sueño de crear su propia marca de moda.
Porque Candice es un sueño.
Es el sueño de la belleza atemporal, sin artificios, que evoca los iconos de la moda y del cine del siglo pasado, y se identifica con un romanticismo sutil, al que le agrega su personalidad, dando vida a una estética delicadamente contemporánea que respira aire mediterráneo.
Es el sueño del consumo consciente y responsable, con producciones limitadas que invitan a valorar y cuidar las prendas, promoviendo la reducción del consumo innecesario.
Es el sueño de una moda comprometida, que revierte en la sociedad aportando parte de sus beneficios allí donde más se necesita, porque su inmenso potencial como catalizador del cambio debe ser ya una realidad permanente.
Es el sueño de un compromiso común, donde una marca nativa digital puede difundir sus valores y tener un impacto positivo, alcanzando todos los rincones del planeta porque otra belleza es posible.
Porque Candice es un sueño.
Es el sueño de la belleza atemporal, sin artificios, que evoca los iconos de la moda y del cine del siglo pasado, y se identifica con un romanticismo sutil, al que le agrega su personalidad, dando vida a una estética delicadamente contemporánea que respira aire mediterráneo.
Es el sueño del consumo consciente y responsable, con producciones limitadas que invitan a valorar y cuidar las prendas, promoviendo la reducción del consumo innecesario.
Es el sueño de una moda comprometida, que revierte en la sociedad aportando parte de sus beneficios allí donde más se necesita, porque su inmenso potencial como catalizador del cambio debe ser ya una realidad permanente.
Es el sueño de un compromiso común, donde una marca nativa digital puede difundir sus valores y tener un impacto positivo, alcanzando todos los rincones del planeta porque otra belleza es posible.