El pasado 25 de marzo abrió sus puertas finalmente el nuevo centro comercial y de ocio Las Arenas, tras ocho años de obras. Se calcula que ese primer día visitaron el centro más de 60.000 personas, un avance de lo que sin duda será todo un éxito comercial.
No en vano, el director del centro, José Luis Martínez, estima que unas 10.000 millones de personas visitarán el centro a lo largo de este año. Su ubicación, en plena Plaza España, es totalmente privilegiada para ello, con numerosos accesos de transporte público y en pleno eje con otras grandes vías de la ciudad.
El proyecto, iniciado en una época de bonanza se vio rápidamente aletargado por la llegada de la crisis económica, llegando a paralizar las obras durante un año. En 2009, sin embargo, la empresa Metrovacesa se hizo cargo del proyecto, dándole un nuevo impulso.
Uno de los principales atractivos es la conservación de la fachada original de lo que fue una de las dos plazas de toros de la Ciudad Condal, de la cual ha mantenido el nombre, Las Arenas. Del siglo XIX y estilo neomudéjar, se ha elevado a cuatro metros de la altura de la calle. Todo un alarde arquitectónico.
Finalmente, el edificio tiene una altura de 27 metros y un recorrido circular de 300, con una gran cúpula que cubre su quinta planta. En sus más de 100.000 metros cuadrados, el edificio alberga una amplia oferta de parquing, restauración, compras y ocio (aparacamiento para 1.250 coches y 500 motos, 12 salas de cine, 115 tiendas de marca, un supermercado, ocho restaurantes con vistas panorámicas, el museo del rock, 4.500 metros cuadrados destinados a oficinas, un gimnasio e incluso una pista de footing al aire libre en el balcón de la cuarta planta).
La parte central inferior conserva el recuerdo de la originaria plaza de toros.
En total, de los 31.000 metros cuadrados, aproximadamente 16.300 m2 corresponden a oferta comercial y 14.700 m2 a ocio.
SIMBOLO DE RECUPERACION ECONOMICA
Barcelona ha querido ver en esta nueva apertura un símbolo de lo que podría ser el inicio de la recuperación económica de la ciudad. El mensaje es claro: Barcelona tira hacia adelante.
Un deseo que no es para menos, si tenemos en cuenta que hay que amortizar la inversión que ha supuesto la obra, unos 200 millones de euros.
